El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó este jueves que, en mayo de 2025, una familia tipo —compuesta por dos adultos y dos menores— necesitó ingresos por $1.110.623,65 para no caer debajo de la línea de pobreza. La cifra representa un incremento del 0,1% respecto al mes anterior y un 30,5% en la comparación interanual.
El número corresponde al valor de la Canasta Básica Total (CBT), que incluye alimentos y otros bienes y servicios básicos como transporte, salud y educación. Por su parte, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) —que define el umbral de indigencia y contempla solo los alimentos esenciales para subsistir— se ubicó en $500.281 para una familia tipo.
En otros tipos de hogares, la situación no mejora. Una familia de tres integrantes necesitó más de $884.000 para no ser considerada pobre, y $398.000 para evitar caer en la indigencia. En el caso de los hogares de cinco personas, la CBT alcanzó los $1.168.132, mientras que la CBA trepó por encima de los $526.000.
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Inflación oficial vs. percepción social
Los datos del INDEC se conocieron minutos después de que el mismo organismo informara una inflación mensual de 1,5% para mayo, una cifra celebrada por el Gobierno de Javier Milei como un supuesto síntoma de estabilización.
Sin embargo, múltiples estudios privados y encuestas cualitativas indican que la percepción de la inflación real en vastos sectores de la población es al menos el doble de la oficial. La diferencia entre los números del INDEC y la sensación térmica de los bolsillos genera un creciente malestar social.
En los supermercados y almacenes de barrio, los aumentos en productos esenciales continúan sintiéndose y el achatamiento del consumo en rubros claves no logra revertir una sensación de asfixia económica.
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¿Desaceleración o estancamiento con pobreza?
Mientras el presidente Milei insiste en que su plan de ajuste “está funcionando” y promete una recuperación a futuro, los datos actuales muestran otra cara de la realidad: más de un millón de pesos mensuales son necesarios para no ser pobres en Argentina. En una economía con fuerte informalidad y salarios que no logran recomponerse, la mayoría de las familias no llega ni cerca de esos valores.
El contraste entre los números oficiales y la vida cotidiana parece ensancharse mes a mes. Y si bien los técnicos del INDEC muestran cierta desaceleración inflacionaria, el deterioro del poder adquisitivo sigue marcando el pulso de una economía cada vez más excluyente.
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